martes, 5 de abril de 2016

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El BBVA cree que a largo plazo le sobran dos tercios de las oficinas

Carlos Torres, consejero delegado, cree que el avance de la banca digital es imparable, pero matiza que la entidad no tiene ningún plan concreto de cierre


El consejero delegado de BBVA, Carlos Torres, aseguró que la entidad podría acabar funcionando con unas 1.000 oficinas en España cuando los clientes usen más la banca digital. "Tenemos 3.800 oficinas en España. ¿Tiene eso sentido?", se preguntó Torres, experto en banca digital, en una entrevista realizada con motivo de una conferencia celebrada en Copenhague (Dinamarca) sobre tecnología financiera en Europa, durante un encuentro informativo con la agencia Bloomberg. Y su respuesta fue: "No. ¿Podemos reducir eso? Sí". Explicó que el banco, el segundo mayor de España, reducirá su red de sucursales continuamente en los próximos cinco años, y podría trabajar solo con 1.000 de ellas, "en un largo plazo indeterminado, dentro de muchos años", matizó, según Bloomberg.

Torres añadió que no tienen en este momento planes de cerrar oficinas, que se trata más bien de observaciones retóricas. Fuentes del BBVA insistieron en que la entidad "no tiene ningún plan de cierres de oficinas. Es cierto que se está revisando continuamente la estructura de sucursales por la digitalización del banco, pero no existe ningún plan interno diseñado para realizar cierres los próximos años en España". La red de sucursales bancarias de BBVA se redujo a principios de esta década, antes de que la entidad comprara CatalunyaCaixa el año pasado, añadiendo a su red 760 sucursales.
El comentario de Torres es otra señal de que la digitalización bancaria y el avance de los móviles inteligentes están reduciendo las visitas a las oficinas bancarias. La semana pasada, el Santander confirmó que estaba planeando el cierre de 450 oficinas en España, alrededor del 10% de la plantilla, mientras que Citigroup calcula que tres de cada diez empleados podrían perder sus puestos de trabajo en la próxima década por la innovación digital, que permiten operaciones más rápidas.

Amenazas de las fintech

Torres, quien fue nombrado director ejecutivo de BBVA en febrero, tras haber encabezado el proceso de digitalización del banco, dijo también que la tecnología financiera amenaza con limitar parte del negocio de BBVA. El grupo ha adquirido en los últimos tres años una gran cantidad de nuevas firmas de fintech para atajar esta amenaza, pagando más de 56 millones de euros solo en noviembre para la adquisición del 29,5% de Atom Bank, una empresa británica que opera únicamente en Internet y que no tiene sucursales.
“Las empresas emergentes que operan en el sector del fintech están anulando la relación que tenemos con el cliente, que se basa en un vínculo directo a través de la sucursal”, dijo Torres. “Se la están comiendo, ofreciendo un producto con un valor mayor a un costo más bajo. Tenemos que redefinir la relación con nuestros clientes”.
El banco BBVA cuenta con 750.000 millones de euros en activos, y gasta casi 1.000 millones de euros al año en tecnología de la información. Se trata de una cifra que ronda la ganancia del grupo en el cuarto trimestre del año pasado.
Bloomberg

lunes, 4 de abril de 2016

BBVA españoliza Catalunya Banc

La entidad presidida por Francisco González ha anunciado la absorción definitiva de Catalunya Banc, el brazo bancario de Catalunya Caixa. Con esta operación se pone fin a 6 años de breve historia de la entidad catalana, que fue adquirida por apenas una décima parte de lo que invirtió el Estado en rescatar al conglomerado de cajas de Catalunya, Tarragona y Manresa.

BBVA ya ha consumado su ambición: arañarle a CaixaBank donde más le duele, en Cataluña. Con la compra de Unnim en 2012, el conglomerado de las cajas de Sabadell, Terrasa y Manlleu, el banco consiguió ganar cuota en esta autonomía, un mercado dominado por firmas locales.

La adquisición de Catalunya Banc en pública subasta -y a precio de derribo- supuso la consolidación del envite del presidente de BBVA, Francisco González, ya que la financiera comprada fue desde sus comienzos en 2010 la segunda entidad de Cataluña, sólo por detrás de La Caixa.

En aquel momento fue una operación criticada, dado que el Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria (FROB) inyectó un total de 12.052 millones de euros en la maltrecha firma y, sin embargo, BBVA compró la compañía por poco más de 1.000 millones de euros, con lo que se generaron unas minusvalías monstruosas que hubo de asumir el Estado.

No fue el único motivo para la polémica. El movimiento fue un golpe para la autoestima de la economía catalana, puesto que el cambio de manos cuestionaba la catalanidad de Catalunya Banc, el brazo bancario de Catalunya Caixa. De repente, 6 antiguas cajas (Sabadell, Terrasa, Manlleu, Catalunya, Tarragona y Manresa) acababan en manos de una entidad ajena a su territorio natural, en el que alguna llevaba más de un siglo operando.

Además, el comprador no es una entidad cualquiera, en cuanto a la cuestión catalana se refiere. El líder supremo de BBVA, el histórico empresario Francisco González, se ha mostrado siemprecercano a las posiciones del Partido Popular, la formación más crítica con la deriva soberanista. Más aún, el veterano ejecutivo ha llegado a afirmar que el proyecto secesionista “va en contra de Cataluña y de España”.

El grupo BBVA se comprometió a mantener la marca de Catalunya Caixa bajo su paraguas, con lo que la identidad catalana ha perdurado desde que la compra se anunciara en el verano de 2014.

Fuentes del gigante azul han confirmado que después de esta absorción se va a mantener “a largo plazo” la imagen de Catalunya Caixa y CX tal y como están. Pero lo cierto es que la propia raíz de la entidad va a cambiar.

El proceso de integración ha culminado esta semana con la fusión completa de las entidades. Esto significa que Catalunya Banc va a desaparecer como sociedad y que también se va a extinguir su ficha bancaria, la licencia que necesita toda empresa para operar en el mercado financiero español, tal y como confirman las fuentes consultadas. Así pues, aunque siga siendo una marca financiera, Catalunya Banc va a dejar de existir como un banco, sensu stricto.

Ya no hay vuelta atrás. Quizá si en vez del FROB hubiera acudido la Generalitat al rescate de Catalunya Banc -asumiendo que hubiera sido posible desde el punto de vista jurídico-, el carácter catalán se podría haber mantenido. Sin embargo, las arcas del Ejecutivo autonómico no habrían sido capaces de sostener tal desembolso, especialmente si se tiene en cuenta que la deuda catalana se ha situado en los últimos años en el linite del bono basura.

Además, la pérdida de influencia de la Generalitat ya se había producido en otras entidades como La Caixa, después de que el marco regulatorio español exigiera la desaparición de las cajas de ahorros tal y como se conocían, incluido todo el sistema de clientelismo político y tejemanejes institucionales.

Con la llegada del siglo XXI, la banca catalana ha acabado por perder la fuerza con la que se definió desde sus inicios, al calor del desarrollo industrial de Cataluña en el siglo XIX. Y la dilución de la catalanidad de estas entidades llega justo cuando más se necesita que actúen de argamasa económica para el proyecto nacionalista.

PABLO BRONTE